Publicado por Fray Raúl | 0 comentarios

Cuaresma: Penitencia y Conversión

Ya en otras ocaciones hemos hablado de la relación entre penitencia y conversión, en otras palabras, son lo mismo. Pero esta vez queremos hacer énfasis en que si no decidimos convertirnos de verdad entonces no nos estaremos convirtiendo para nada.

Muchas prácticas cuaresmales de penitencia como el ayuno, la abstinencia, la oración, la limosna... adquirirán mayor sentido si en nuestros corazones está el deseo de convertirnos hacia el Señor, de volvernos cada día más al Señor, de ir buscando cada vez más alcanzar la estatura de Cristo. No se trata entonces de hacer sacrificios por hacer sacrificios, cosa que cualquiera podría hacer sin fe. El sentido trascendental de lo que hacemos, no solo está en la fe que tenemos, sino además en el sentido final o direccionalidad que le damos a nuestras prácticas cuaresmales o devocionales cristianas. Recordemos aquí que fe y vida no se pueden desvincular. Por ello se hace necesario llenar de significado todo lo que hacemos. Darle un mejor sentido.

No es que estén mal las devociones religiosas populares, ni mucho menos. Se trata de ir autentificando nuestro ser cristiano con las obras y las palabras. Se trata de no ser cristianos de etiqueta, o de nombre, se trata de ser cristianos auténticos, sea fácil o difícil. Por tanto, si retomamos las sugerencias de renovación parroquial que nos brinda Aparecida, en las cuatro dimensiones, a saber, Comunitaria, Misionera, Samaritana y Pascual, hemos de cuidar por tanto de todas las dimensiones de nuestra vida cristiana, no sólo la celebrativa litúrgica pascual, sino también, la de la autoformación y de identidad en nuestra propia comunidad, la de ir y evangelizar con la misionera y de servir al necesitado con la samaritana. 

Quien quiera seguir a Jesús por el vía crucis, no solo lo hará con un sentimentalismo superficial, sino con la convicción de que esos mismos pasos queremos seguir. No se trata de irme a asolear y fatigarme en el camino, eso se puede hacer por otros motivos. Se trata de que ésto sea la expresión de otros compromisos más fuertes y profundos con el proyecto del Reino de Dios. No se tratará de cargar una cruz literalmente (para que me tomen una foto o para "imitar a Jesús", se tratará de comprometerme con los condenados y sufridos de este tiempo, con los que tienen que cargar cruces pesadas, con los que están bajo el yugo de los opresores. Y así con todas las demás cosas.  No debemos olvidar aquí la diferencia entre los signos y símbolos con los significados, confundirlos es ya problema, ahora, quedarse en el símbolo es más grave aun, pues nos dará la idea de haber alcanzado aquello que buscamos y creará en nosotros una falsa seguridad.

Por tanto, en esta cuaresma, en el tiempo que nos queda, aprovechemos para meditar, reflexionar y orar el camino de la Cruz. También para comprometernos más con el proyecto de vida en plenitud de Jesús, con su compromiso por el Reino de Dios. Carguemos con nuestra cruz de cada día y sigámosle hasta nuestro propio calvario. Sólo así entenderemos y cantaremos ¡Gloria! en la Resurrección.

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