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viernes, 20 de abril de 2012

Los Jóvenes en la Iglesia, una reflexión para la Pastoral Juvenil


La adolescencia y la juventud son etapas muy importantes en nuestra vida. Comenzamos a forjar nuestra identidad. Por ello muchas veces imitadores de los otros. Nos identificamos con otros y tratamos de ser como ellos. Los adolescentes siguen patrones de conducta que les permitan colocarse en un buen estatus  de popularidad. El problema es que a veces ese modelo no es el mejor ni el más sano, sino que seguimos modelos  buscando encontrar fama, poder y riqueza. Cosas que terminan perjudicando más nuestras vidas.
La Iglesia  y la Pastoral Juvenil han de ser el lugar de encuentro y formación de los jóvenes y adolescentes  que buscan y quieren un mundo mejor.  Queremos que juntos  hagamos un camino de discernimiento vocacional, garantizando el crecimiento y la formación humana, cristiana y franciscana.
Un relanzamiento de la pastoral juvenil requiere jóvenes dispuestos y responsables. Jóvenes con sueños  e ideales, jóvenes comprometidos consigo mismos y con su comunidad. 
Queremos crear pequeñas comunidades de jóvenes y adolescentes. Con intereses y deseos comunes. Que se preocupen por su auto formación y crecimiento humano-espiritual. Queremos jóvenes artífices y dueños de su propio destino. Jóvenes capaces de encontrar el verdadero sentido de su vida, luchar y perseverar por sus más hondas convicciones. Jóvenes despiertos, animados, capaces de animar y contagiar con su espíritu  a tantos otros que viven con el espíritu apocado, tristes, fuera de sí, sin rumbo ni sentido.
Queremos una Iglesia joven, alegre, despierta y misionera. Una Iglesia que va más allá de los muros, del encierro. Una Iglesia que celebra y goza  en la Eucaristía. Una Iglesia que va al encuentro  y promoción de los jóvenes.
Pero todo eso se hará con el esfuerzo particular y comunitario de todos ustedes. Solo la unidad y la constancia podrán dar razón de todo lo que queremos.
Se preguntarán ustedes, mejor dicho, les pregunto: ¿creen que es necesario que nuestra parroquia tenga grupos juveniles? ¿Es imperativo cuidar de la Pastoral Juvenil? Si la respuesta es afirmativa, pensemos en los medios con que contamos para hacer esto realidad. Pensemos también en las cosas que se hacen necesarias y sin las cuales no lograremos hacer nada, es decir, las tres cosas que hemos de procurar conocer y amar:
  1. 1.    El Encuentro con Jesús en la Eucaristía Dominical.
  2. 2.    La Formación dentro de un grupo eclesial, en nuestro caso, un grupo juvenil.
  3. 3.    El Apostolado personal, un servicio a la comunidad eclesial.

Conocer y amar más a Jesús será nuestra tarea y nuestra misión será hacerle conocer y amar más por los demás.
Podrían preguntarse ¿cómo podríamos logra eso? Desde que nos bautizamos estamos injertados en nuestra gran familia que se llama Iglesia, en la que Jesús marca el camino. Él es el camino, la verdad y la vida. Eso hemos venido aprendiendo un poco de él, pero ese poco lo hacemos de menos cuando no nos preocupamos por crecer. Nuestra experiencia de fe debería seguir más o menos el rumbo que llevamos en la escuela de modo que al pasar de los años vayamos de menos a más. 
Tenemos los sacramentos de Iniciación Cristiana, que son Bautismo, Confirmación y la Eucaristía. Son de iniciación, apenas para iniciar el camino. Luego hemos de buscar perseverar y crecer en la Fe, la Esperanza y el Amor, procurando la catequesis permanente, la asidua participación en la Confesión y en la Eucaristía. Procurando prestar un servicio a la comunidad y sobre todo: estar dispuesto en todo momento a Seguir al Señor para hacer su voluntad.
Esperamos que una vez que consolidemos la Pastoral Juvenil, haya más procesos de discernimiento vocacional para la Vida Religiosa y Sacerdotal, así como un buen discernimiento  para la vida Matrimonial o con una opción de Soltería como laico comprometido. Lo importante es que en el tiempo en que estamos en la pastoral juvenil lo aprovechemos para buscar y encontrar nuestro lugar dentro de la Comunidad Eclesial.

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