LA “PARCELA” DE DIOS
Era la más humilde, la más pobre, la más insignificante
De aquella porción de “tierra”.
El Jardinero quiso “prepararla para la siembra
Le pareció bien dicha parcela,
Es más, vendió todo lo que tenía y compró aquella “porciúncula”.
Sus amigos se reían, nadie le quería ayudar,
Pero él se enamoró de aquel “pedacito” de tierra
Tenía mucha esperanza, quería sembrar en ella su mejor semilla
La que había guardado durante muchos años,
Y por tanto no quería que se “desperdiciara” en cualquier tierra
Al contrario, quería lo mejor para su semilla.
Por eso comenzó a quitar todas las “asperezas” de su parcela
Claro, no es que la haya encontrado “sucia” al contrario,
La dejó más limpia que como la encontró
Quizo que su “parcelita” fuera la mejor,
Las más limpia, la más pura, la más hermosa de todas las parcelas
Que habían en la zona, por eso había vendido todo lo que tenía
Sembró su semilla y con el tiempo,
Aquél árbol creció tanto
Que en el sol tan fuerte y radiante
Fue la “sombra” de todos los hombres,
De sus raíces brotaba agua
En todo tiempo,
Todas las demás parcelas quedaron áridas
Y todos sus amigos ahora rendían honor
Al dueño, su amigo al que no ayudaron,
También llevaban flores para ponerlas en su parcela
Y a la sombra de aquél árbol
Refrescaban sus vidas.
Pero todo comenzó con aquella “parcelita”
Pobre, pero tan limpia,
A la que aquél Señor vio con ojos de amor
Y se complació en la humildad de su parcela.
Ahora todas la generaciones la llaman “Dichosa”
También le llaman “Madre”.
Esa “parcelita” es María,
La más humilde de todas “las parcelas de Dios”
De su si nuestro mundo es ahora “nuevo”
Llegó la plenitud de los tiempos
Esa parcelita es la “Madre Dios, Inmaculada y Virgen.”
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Colaboración de Fray Erick Cácerez OFM
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