Publicado por Enrique Nuñez | 0 comentarios

LA “PARCELA” DE DIOS


Era la más humilde, la más pobre, la más insignificante

De aquella porción de “tierra”.

El Jardinero quiso “prepararla para la siembra

Le pareció bien dicha parcela,

Es más, vendió todo lo que tenía y compró aquella “porciúncula”.

Sus amigos se reían, nadie le quería ayudar,

Pero él se enamoró de aquel “pedacito” de tierra

Tenía mucha esperanza, quería sembrar en ella su mejor semilla

La que había guardado durante muchos años,

Y por tanto no quería que se “desperdiciara” en cualquier tierra

Al contrario, quería lo mejor para su semilla.

Por eso comenzó a quitar todas las “asperezas” de su parcela

Claro, no es que la haya encontrado “sucia” al contrario,

La dejó más limpia que como la encontró

Quizo que su “parcelita” fuera la mejor,

Las más limpia, la más pura, la más hermosa de todas las parcelas

Que habían en la zona, por eso había vendido todo lo que tenía

Sembró su semilla y con el tiempo,

Aquél árbol creció tanto

Que en el sol tan fuerte y radiante

Fue la “sombra” de todos los hombres,

De sus raíces brotaba agua

En todo tiempo,

Todas las demás parcelas quedaron áridas

Y todos sus amigos ahora rendían honor

Al dueño, su amigo al que no ayudaron,

También llevaban flores para ponerlas en su parcela

Y a la sombra de aquél árbol

Refrescaban sus vidas.

Pero todo comenzó con aquella “parcelita”

Pobre, pero tan limpia,

A la que aquél Señor vio con ojos de amor

Y se complació en la humildad de su parcela.

Ahora todas la generaciones la llaman “Dichosa”

También le llaman “Madre”.

Esa “parcelita” es María,

La más humilde de todas “las parcelas de Dios”

De su si nuestro mundo es ahora “nuevo”

Llegó la plenitud de los tiempos

Esa parcelita es la “Madre Dios, Inmaculada y Virgen.”

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Colaboración de Fray Erick Cácerez OFM

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