Importancia de celebrar la Natividad del Señor.
En las vísperas de celebrar tan gran y alegre misterio, el de la encarnación del Hijo de Dios, la Iglesia nos viene preparando con la liturgia y demás herramientas que nos ayudan en la reflexión y meditación. Pero nos encontramos con una serie de contra puntos que nos llevan a perder el sentido originario de la celebración de la navidad. Son factores que se han introducido y perjudican a nuestros pueblos, desarraigando de ellos el sentido pastoral y festivo de esta época del año y lo dejan sumido en un ambiente de consumismo y superficialidad.
En los evangelios no hay una fecha exacta de cuándo nació el niño Dios pero sí nos narran los acontecimientos y otros detalles que acompañaron dicho suceso. La huida a Egipto, los pastores, el pesebre, los "reyes" magos, los santos inocentes... en fin, algo que no quedaría en un nacimiento más, en algo ordinario. Se trata del nacimiento del mesías, el esperado, el redentor. Sin duda esa pequeña familia, como muchas otras, no podía quedarse en el anonimato. Algo está pasando y la gente intuía algo. Los pastores y los magos lo descubrieron. Si bien no tenemos el día exacto del nacimiento, celebrarlo sí es importante.
Celebramos el hecho de que Dios (todo poderoso, sapientísimo, omnipresente) decisión hacerse hombre. Increíble. Meditamos en los motivos que llevaron a este Dios a encarnarse y tomar la débil figura humana. El Dios de los Cielos acostado en un pesebre. Sólo el corazón atento y dispuesto a mucho más se detiene a reflexionar ante tan alto misterio. La fecha es lo de menos. Podría ser otro día... pero veamos lo que sucede actualmente.
Muchos ya ni siquiera dicen "Feliz navidad", mucho menos "Feliz natividad", se conforman con decir "¡Felices Fiestas!" y ¿qué celebramos?
Muchos niños creen que la navidad es "un viejo gordo vestido de rojo" como me dijera mi primito. Que sin regalos, venados (o renos), sin nieve y su muñeco respectivo, sin fogata y chimenea, etc... No hay navidad. Muchos centros comerciales promueven el consumo para estos días y esperan una mejoría en sus ventas (desde octubre se escuchan villancicos). Los colores navideños se han reducido al rojo, verde y blanco. Un árbol de pino con luces sustituye el pesebre. Los reyes magos han tomado más protagonismo que el mismo mesías. El famoso "Santa Claus" no puede faltar en las navidades.
El consumismo contradice la pobreza del Belén. Los tragos y comidas se anteponen a la misa del Gallo (de la media noche). La navidad es quemar cohetes, metralletas, tiquitracas, bombas, candelas romanas... en música bailable, besos de media noche, desvelo y bullas.
Necesitamos pastores que nos expliquen lo que los ángeles anunciaron aquella noche de la natividad o nacimiento del Hijo de Dios. Necesitamos volver al origen de estas fiestas y no dejar que los comercios y tradiciones inventadas con intereses mezquinos desfiguren la inexplicable acción de Dios haciéndose hombre. Recostado en un pesebre al cuidado de su joven madre.
Gloria in excelsis Deo!!!
En los evangelios no hay una fecha exacta de cuándo nació el niño Dios pero sí nos narran los acontecimientos y otros detalles que acompañaron dicho suceso. La huida a Egipto, los pastores, el pesebre, los "reyes" magos, los santos inocentes... en fin, algo que no quedaría en un nacimiento más, en algo ordinario. Se trata del nacimiento del mesías, el esperado, el redentor. Sin duda esa pequeña familia, como muchas otras, no podía quedarse en el anonimato. Algo está pasando y la gente intuía algo. Los pastores y los magos lo descubrieron. Si bien no tenemos el día exacto del nacimiento, celebrarlo sí es importante.
Celebramos el hecho de que Dios (todo poderoso, sapientísimo, omnipresente) decisión hacerse hombre. Increíble. Meditamos en los motivos que llevaron a este Dios a encarnarse y tomar la débil figura humana. El Dios de los Cielos acostado en un pesebre. Sólo el corazón atento y dispuesto a mucho más se detiene a reflexionar ante tan alto misterio. La fecha es lo de menos. Podría ser otro día... pero veamos lo que sucede actualmente.
Muchos ya ni siquiera dicen "Feliz navidad", mucho menos "Feliz natividad", se conforman con decir "¡Felices Fiestas!" y ¿qué celebramos?
Muchos niños creen que la navidad es "un viejo gordo vestido de rojo" como me dijera mi primito. Que sin regalos, venados (o renos), sin nieve y su muñeco respectivo, sin fogata y chimenea, etc... No hay navidad. Muchos centros comerciales promueven el consumo para estos días y esperan una mejoría en sus ventas (desde octubre se escuchan villancicos). Los colores navideños se han reducido al rojo, verde y blanco. Un árbol de pino con luces sustituye el pesebre. Los reyes magos han tomado más protagonismo que el mismo mesías. El famoso "Santa Claus" no puede faltar en las navidades.
El consumismo contradice la pobreza del Belén. Los tragos y comidas se anteponen a la misa del Gallo (de la media noche). La navidad es quemar cohetes, metralletas, tiquitracas, bombas, candelas romanas... en música bailable, besos de media noche, desvelo y bullas.
Necesitamos pastores que nos expliquen lo que los ángeles anunciaron aquella noche de la natividad o nacimiento del Hijo de Dios. Necesitamos volver al origen de estas fiestas y no dejar que los comercios y tradiciones inventadas con intereses mezquinos desfiguren la inexplicable acción de Dios haciéndose hombre. Recostado en un pesebre al cuidado de su joven madre.
Gloria in excelsis Deo!!!
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