Publicado por Fray Raúl | 0 comentarios

Ven, Espíritu Santo...

En el pleno inicio del siglo XXI vamos experimentando cada vez más la necesidad de volver a los orígenes más carismáticos de nuestras raíces cristianas. Sea como Iglesia Universal, sea a lo interno de nuestras Órdenes y Congregaciones religiosas.

La institucionalidad, el legalismo, la monotonía, el temor de "remar mar adentro" y tantas dificultades que se vuelven exigencias para el subsistir, son algunos de los detalles con los que nos enfrentamos en medio de un mundo ahogado por el consumismo, la superficialidad, la indiferencia...
¿Qué podemos conocer? ¿qué debemos hacer?¿qué me es lícito esperar? (como se preguntara Kant hace muchos años?
Somos seres finitos con ansia de infinito. Limitados en búsqueda de lo ilimitado. Hemos confundido los medios con los fines. Nos hemos alejado de aquella búsqueda primera de paz y bienestar, para quedarnos en lo superfluo y egoísta del "yoismo". ¿El bien común? -Bien gracias-. La ciencia ha superado sus propios límites y considera que "todo lo puede". Buscando excusas para la negación de la existencia de Dios, han deshumanizado la labor tan delicada de "estar al servicio del hombre" para quedarse con una experimentación de la vida en el hombre.
Lo que hoy se nos invita a hacer es "mentir, enriquecerse, triunfar, alcanzar el poder (por chiquito que sea)". Es la era de la competitividad, del libre mercado, de la globalización. Puedes "hacer todo" lo que quieras siempre y cuando no toques "los derechos" de los ricos y la empresa privada...
Lo que nos resta esperar es que nuestra vida sea consumida por la radiación solar, nos deshidratemos a causa de la falta de agua, que comamos peces negros por el petróleo, que las piedras produzcan oxígeno porque ya no habrán árboles... que exista un planeta llamado "Pandora" para irnos para allá, que haya agua en la luna como estación de servicio en medio del espacio...
Estamos mal...
muy mal...

Ven, Espíritu Santo,
inflama el corazón de tus fieles
y enciende en nosotros el fuego de tu amor.
Ven, Espíritu Santo,
y renovarás la faz de la tierra...

Ven a librarnos de los temores
que nos dejan inmóviles...
ven a llenar nuestras vidas
de la pasión por el Reino.

Ven a nuestras vidas,
reparte tus santos dones,
ilumina nuestras sendas,
concédenos paz y perseverancia.

Ven, Espíritu Santo, que la inteligencia humana no basta...

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