Publicado por Enrique Nuñez | 0 comentarios

L A P A Z


Vamos a iniciar con la cita bíblica de Efecios 2,14-18 Leerla

San Pablo en esta lectura que Cristo es nuestra Paz porque vino a derribar lo que dividía a los pueblos, ÉL enseñó a practicar convivencias que antes estaban prohibidas. Así como la cruz está compuesta de dos palos uno vertical, hacía el cielo, el otro horizontal hacia toda la tierra así también la paz sigue dos direcciones: hacia Dios y hacia los hombres. Reunió a los dos pueblos en uno y los reconcilió con Dios.

Miremos a Francisco Un día, cuando asistió a la Misa en la capilla de Nuestra Señora de los Ángeles, en la Porciúncula, oyó leer el pasaje del Evangelio en el que el Maestro envía a sus discípulos en misión: “No lleven oro, no plata… en la casa donde entren digan Paz a esta casa…” Esto ilumino el corazón de Francisco. Ha descubierto su vocación, su misión. Como los discípulos, se ve enviado a anunciar la gran Paz mesiánica. Irá hacia los hombres, “ sin oro, ni plata, ni monedas”.Para saludar, escribe en su testamento “ el Señor me ha revelado que debemos decir: que el Señor les de su paz”, se presentará no como un conquistador, sino como un amigo, un hombre de paz.

Y donde quiera que vaya, se acompañará en “convertir cualquier hostilidad en tensión fraterna en el interior de la unidad de la creación”. Será un constructor de Paz, un creador de comunión entre los seres, comulgando el mismo con todos con gran humildad.
Volviendo la espalda a las guerras Santas y a los señoríos de la Iglesia, Francisco se dedica a recorrer al país, lanzando a todos su saludo de: “Paz y Bien”. Incita a los hombres a reconciliarse a vivir como hermanos.

El rostro de esa Paz que anuncia Francisco es entrono a la fraternidad en que todos se deben ver como iguales, hermanos todos, y se debe ser servidores de unos con otros.
Un gran pregunta nos deberíamos de hacernos nosotras y nosotros los francisclarianos
hoy y es: ¿ Ante este mundo y concretamente aquí en Guatemala como sembramos esa paz o podemos trabajar por la paz?

Cuando se habla de paz enseguida pensamos en su contrario: La guerra y la violencia. Efectivamente la es lo opuesto de la guerra y a la violencia pero la verdadera Paz no es sólo la ausencia de guerra. Tampoco es la tranquilidad impuesta por la fuerza como fruto del dominio de unos sobre otros, ni la resignación ante situaciones de violencia o injusticia institucionalizada.

La verdadera Paz es fruto de la justicia, ( Is.32,17; Jn. 14,27) de la libertad y del desarrollo integral de las personas y de los pueblos. La verdadera Paz se fundamenta en la verdad, el respeto a los DH., la reconciliación, la promoción de los valores culturales y la participación de todos en la búsqueda del Bien Común.

No puede haber Paz en una situación en la que muchos pasan hambre, mientras otros poseen grandes riquezas. Tampoco puede haber paz en un clima de miedo, odio y venganza. La construcción de la Paz esta exigiendo un cambio profundo en las estructuras sociales, económicos y políticos, pero también un cambio profundo en la conciencia del hombre y de la mujer. Jesús nos enseña que el camino de la Paz esta en la búsqueda de la justicia, en la práctica de la solidaridad y en la actitud de reconciliación. Por eso Jesús llama Bienaventurados a los que trabajan por la paz (Mt.5,9) Ser pacifico es ser constructor de la paz desde la justicia y el amor.

Es estar dispuesto a vivir una fraternidad y sentir, como propias, las injusticias que se comenten en la carne de cualquier hombre y mujer, entregándose por completo a hacerlos desaparecer.
Gandhi decía: Debemos vencer el mal con el bien, el odio con el amor, a la mentira con la verdad y a la ofensa con el perdón.

Es lo que decía también Jesús en el Sermón de la Montaña.
Luther King decía a la multitud que se había reunido porque habían puesto una bomba en la puerta de su casa: “No podemos resolver el problema por medio de la represalia y la violencia. Debemos amar a nuestros hermanos blancos, no importa lo que ellos nos hagan”.
Se necesita nuevos métodos para el cambio social ya que la verdadera Paz es hija de la justicia, hay que luchar con métodos pacíficos para que el mundo de la injusticia vaya dando pasos hacia un mundo de Paz.
El método de la “ No- Violencia Activa”, no sólo es un método moral, sino que es, así mismo, un método eficaz.
Una verdadera Paz es posible si no se promueve, a todos los noveles, el reconocimiento de la dignidad de la persona humana
ofreciendo a cada individuo la posibilidad de vivir de acuerdo con esta dignidad “No podemos modificar y anular el pasado, pero podemos darle un nuevo sentido al presente y preparar así un futuro mejor”.

Los principios indispensables para el logro de una sociedad pacífica y bien fundada son la verdad, la justicia, el amor y la libertad.
Nosotros como francisclaréanos debemos de luchar como Francisco para que esa Paz y
Bien que pronunciamos con nuestra boca debería ser lo que vivimos, para ser otros Franciscos y Claras en este mundo y sociedad guatemalteca concretamente en donde podamos construir una nueva sociedad que nos pide a todos un nuevo sentido de la vida, de la paz y de la justicia, donde la solidaridad sea el criterio fundamental del entendimiento y relación. La paz nace de un corazón nuevo y solidario.

El difícil camino de la Paz:

Después del “siglo oscuro” de guerras feroces, de dictaduras brutales, de grave e injusta disparidad social entre el norte y del sur del mundo, y de la guerra fría, el inicio del nuevo milenio se había llenado de esperanza y también de entusiasmo por un tiempo más pacífico y más justo. Pero ya en los primeros años de este nuevo siglo nos han demostrado la fragilidad de la convivencia de la humanidad y se han abierto nuevas grietas, que amenazan la paz mundial y la reconstrucción del justo equilibrio entre las naciones. Una catástrofe casi apocalíptica nos ha demostrado posteriormente, con violencia, que el hombre ha perdido también la armonía con la creación.

Nos encontramos boyante una serie de problemas que, en nuestro mundo global, están en un cierto sentido todos conectados: los ecológicos, como la extensión de algunas especies, los cambios climáticos y la contaminación del medio ambiente, están frecuentemente relacionados con graves problemas sociales, como el pesado endeudamiento de muchos países, y a su vez causa de ulteriores problemas como la pobreza, el hambre, desocupación y emigración.

Hay además estructuras de pecado que agravan la espiral de la violencia. Entre estas estructuras se encuentran, en ocasiones, la institucional y la militar, que frecuentemente se vuelve opresión de ciudadanos indefensos, cuando no empuja a arremeter contra otros pueblos, creando victimas inocentes, y suscitando las más de las veces, como reacción, incontrolables formas de terrorismo. Recordemos también los varios fundamentalism0os, los nacionalismos, y un nuevo imperialismo que hoy están en el origen de la lucha entre las culturas y las religiones. La criminalidad internacional, además, nutriéndose del comercio de drogas, de armas y trata de personas, lleva a la muerte en muchos ángulos del mundo. Por último, las despiadadas reglas de un mercado que, en aras de la libertad, subordinada el valor de la vida al económico, priviligiendo a pocos y marginando a mucho, frecuentemente condena a un futuro sin esperanza, sobre todo a los más débiles: mujeres, niños, ancianos y enfermos. A veces parece que las semillas de la paz fuesen sofocadas por los intereses del poder político y económico, por las estructuras de injusticia y pecado personal.

¿Qué significa, entonces, paz en este mundo salvajes y militarizado? ¿ Qué significa paz en un mundo donde reina un sistema consumís tico y de apropiación? ¿Qué quiere decir paz para los hombres y mujeres que viven en zonas de guerra? ¿Qué quiere decir paz para quien ha perdido todo?. En el espíritu franciscano, ante estas situaciones, no podemos permanecer pasivos o solamente espectadores conmovidos, sino debemos sentirnos llamados a seguir la huellas de Jesucristo, que ha venido “ para anunciar a los pobres un gozoso mensaje, para proclamar a los prisioneros la liberación y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y predicar una año de gracia del Señor”(Lc. 4,18).

Francisco abrazó el plan de Dios para sus criaturas, considerándolas una familia de hermanas y hermanos. Él no se llamó jamás simplemente “Francisco”, sino siempre “Hermano Francisco”.

Ser “hermano” revelaba su sentirse en relación con toda criatura y su misión de sanar las relaciones con dócil humildad (TC 14,58; Cánt 10-11). La acción de la paz está unida a este anuncio de la buena nueva del Evangelio (Ef. 6,15), y dirigida a todos los hombres y mujeres indiferentemente de su estado social o sexo, de su raza y religión.

Permaneciendo fiel al propio Señor, para la Iglesia, la paz en el mundo es parte integrante de la misión con la cual ella continúa la obra redentora de Cristo en la tierra. Como misioneros y misioneras del Evangelio, y fieles a la Iglesia, debemos renovar nuestra tradición de ser hoy mensajeros de la paz evangélica.

Puesto que la paz comienza a vivirse como valor en lo íntimo de cada persona, para extenderse después a la familias, a nuestras fraternidades y comunidades, hasta abarcar todos los ámbitos en que vivimos, para crear una autentica cultura de la paz., será necesaria nuestra reconciliación personal con Dios, con nosotros mismos, con los hermanos y hermanas, y con toda la creación. Si bien este momento es muy intimo y personal, dicha reconciliación debe comprender también nuestras estructuras, nuestro estilo de vida, nuestro trabajo y nuestra misión, a fin que todo sirva realmente para la construcción de la paz, de la justicia y del amor.

Solamente a través de la conversión creíble de nuestros corazones, de nuestras estructuras personales, de nuestros estilos de vida, de nuestro modo de programar, pensar y trabajar, llegaremos a ser fructuosos constructores de paz. Nuestro compromiso por la paz pide también, en modo especial, proceder con el espíritu fraternal que caracteriza particularmente nuestra forma de vida, y no dejar que algunos hermanos y hermanas con una específica y profética vocación se comprometan solos a favor de la paz, de la justicia, y de la integridad de la creación.




Preguntas para el Cuchicheo



1. ¿ Les parece que existe en nuestro ambiente una formación para la cultura de la Paz?
2. ¿ Qué actitudes o qué expresiones obstaculizan la paz en tu hogar, en la sociedad y en tu fraternidad?
3. ¿ Cómo podemos ser constructores y mensajeros de la Paz en nuestras fraternidades, en nuestro país y en el mundo?



Recordando nuestra peculiar vocación de franciscanos y franciscanas, de ser mensajeros de la paz en este mundo, promovemos y estimulamos el don de ser profetas de un nuevo estilo de convivencia basada en el amor y en la familiaridad, y por tanto en la no violencia, en la justicia y en el cuidado integral de nuestra madre tierra, defendemos el derecho a la vida en todos los niveles, y la posibilidad de acceso a los recursos esenciales para todos.

Del documento de los Acuerdos de Paz en Guatemala:

El acuerdo No.12, l en la quinta parte dice: La paz firme y duradera debe cimentarse sobre un desarrollo socioeconómico participativo orientado al bien común, que responda a las necesidades de toda la población. Dicho desarrollo requiere la justicia social como de los pilares de la unidad y solidaridad nacional, y de crecimiento económico con sostenibilidad, como condición para atender las demandas sociales de la población……

Pido a nuestro padre san Francisco y a nuestra madre santa Clara, grandes promotores de la paz y el bien, que nos concedan vivir en este mundo como fieles servidores del Espíritu de Jesús, nuestra paz.


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Tema elaborado por la Hermana Flora para la Asamblea General de la Familia Franciscana el 20 de Febrero de 2011






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