Publicado por Fray Raúl | 0 comentarios

¿Hacia dónde queremos ir?

Son tantas la vueltas que da el mundo. Tantas las maneras de ver y de pensar y de actuar… que es difícil encontrar parámetros como para identificar el siguiente paso. Las malas noticias vuelan, las buenas duermen. ¿Dónde quedó aquel hombre inocente, ingenuo que se maravillaba y amaba? ¿dónde el sabio que se preguntaba sobre el origen y aquél que no se olvidó de cuestionarse sobre el sentido y el fin?

Ahora no tenemos más que indiferencia y egoísmo. Hemos puesto de moda el ateísmo, el laicismo y todo lo que suene a metafísico lo tiramos por el retrete. Nos estamos acostumbrando a la violencia y a la muerte aterradora y dolorosa. Somos indiferentes ante la guerra, o peor aún la justificamos sin más. Las noticias nos alteran por un par de días y rápido sucede otra cosa que perdemos la atención de lo que nos había conmovido. Pensamos más en el dinero que en su utilidad. Nos dejamos arrastrar por el placer descontrolado y nos alejamos cada vez más de nuestra dimensión espiritual. Nos hemos conformado con ritos que no entendemos y tradiciones antiguas que desconocemos desde su origen hasta su significado. Hemos apostado por la libertad sin límites, por la ciencia super-poderosa, por capitalismo frío y salvaje.

Nos atrae la eterna juventud. Vivir el hoy es un imperativo. La moral y la ética son cosas del pasado. Hemos convertido a ancianos en estorbo, a los niños en innecesarios y no deseados, un accidente. El amor es un viejo mito. El cuerpo es propiedad privada a disposición de quien la posee.

Cada vez son menos los que se atreven a alzar la voz y denunciar, reclamar, animar, orientar o tan solo sugerir. ¿A quién esperamos? ¿será que ha de venir otro mesías para reorientar esta humanidad caída? ¿Dónde están los líderes, los profetas, los críticos, los filósofos, los teólogos? Este tipo de trabajo nunca fue rentable, siempre implicó riesgos y ahora menos que antes, encontramos a alguien que quiera asumir este tipo de retos.

¿Dónde los heraldo que anuncian las buenas noticias? ¿dónde los mensajeros de paz y bienestar?

Los nuevos ídolos y los nuevos opios del pueblo están distrayendo las mentes que aún se detienen a reflexionar. Nos confundimos rápido ante tanta información o desinformación. Nos dejamos manipular por los artículos viciados de empresas de noticias. No sólo transmiten noticias, sino que las hacen, las inventan y les dan la importancia que ellos quieren. Nos fascinan las imágenes, los colores, lo creativo… lo exuberante. Queremos salir de la rutina y sacrificamos la antigua tradición. Fácilmente cambiamos algo viejo por algo novedoso. Somos esponjas que absorben todo. Ya son cosas del pasado aquello que se conocía como dogmatismo y ortodoxia. Hemos puesto de moda el sincretismo, la feria, el “un poco de todo”.

Hemos perdido identidad pero ganado en “cultura general”. La visión de localidad la cambiamos por una visión planetaria y menos excluyente. Somos más dialogantes y tolerantes (en teoría), con una cosmovisión globalizada y planetaria y universal. Nos afecta lo de aquí y lo de allá (por lo menos me gusta creerlo así). Nos preocupamos por todos y por nosotros mismos. Esperamos construir un futuro mejor para nuestros hijos. No queremos la desesperanza y el desaliento… queremos encontrar el camino que hemos perdido. Queremos encontrar lo trascendente, lo bueno, lo verdadero, lo bello. Queremos tener esperanza de futuro. Queremos amar y ser amados. Queremos la paz verdadera…

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