Publicado por Fray Raúl | 0 comentarios

Hemos matado a Dios

Estamos en Viernes Santo. Día en el cual recordamos aquel viernes antes de la Pascua Judía en que Jesús fue crucificado.

Podemos decir mucho respecto a lo que la muerte de Jesús significó y sigue significando ahora. Son variadas las posturas de interpretación de este hecho sin precedentes. Dios es condenado a muerte… pero ¿a quién se le ocurre matar a Dios? Cuando Jesús dice: “perdónalos porque no saben lo que hacen” algo nos quería decir respecto a que nadie quiere matar a Dios, pero lo hicimos. Lo acusaron de alborotador, evasor de impuestos, de blasfemo… de auto llamarse “Hijo de Dios”, de auto proclamarse “Rey de los Judíos”. Por eso lo mataron, por cuestiones políticas y religiosas. Cuestiones que hoy en día siguen enviando a muchos a la pena de muerte.

Quisiera detenerme en algunos detalles o claves de lectura de estos hechos, o más bien de interpretación. Me refiero a hecho de que nosotros en el CREDO afirmamos que Jesús es Dios Verdadero y Hombre Verdadero. En otras palabras que Jesús es 100% Hombre y 100% Dios. A esta unión de dos naturalezas se le conoce como “unión hipostática”.

Con Jesús nos encontramos en primer lugar en el Evangelio (que se cuenta de 4 formas). Aquí poco a poco se nos va revelando cómo era este Jesús Dios-Hombre.

Posturas más actuales, queriendo rescatar la figura de Jesús Hombre, o Jesús histórico, vienen a descuidar o no dejar muy en claro la figura de Jesús Dios. No podemos, sin caer en herejías, quedarnos solo con una naturaleza de Jesús, ni solo Dios ni solo hombre. Jesucristo es Uno, Dios Verdadero y Hombre Verdadero.

Es en el encuentro con Jesucristo que todo adquiere sentido. Nosotros tenemos más herramientas que los Judíos de hace 2000 años para comprender un poco más este misterio. A veces hacemos cosas sin saberlo, o sin comprender la totalidad del asunto.

En el pasado se conocían como herejías aquellas posturas que se quedaban resaltando la figura de Jesús como “solo Dios”. Sólo así se podía explicar el cómo fue capaz de soportar tanto sufrimiento. Pero no tomaban en cuenta que Jesús fue hombre verdadero y fue en todo igual a nosotros menos en el pecado.

Encontrándonos con Jesús de manera integral podremos seguirlo de manera integral. Me refiero a que si seguimos a Jesús Dios, lo adoramos, le oramos, le reconocemos como Dios y actuamos de manera consecuente. Si seguimos a Jesús Hombre, vemos cómo es igual a nosotros y encontramos maneras más concretas, creíbles y posibles de ir tras sus huellas.

Cuando participamos del oficio de la Pasión, nos damos cuenta que no se hace una separación de las dos naturalezas de Jesús. Pero es un poco más difícil de entender cómo es que un Dios Todopoderoso puede estar humillado en una cruz, padeciendo bajo el poder de nosotros pecadores. Ciertamente, Jesús no fue un hombre ordinario, desde su concepción (por obra y gracia del Espíritu Santo) hasta su muerte en la Cruz, se portó de una marera inigualable. Haciendo el bien a todos, amando hasta el extremo. Es la enseñanza que podemos sacar de este día. Dios anonadado (hecho nada) por amor al Ser Humano.

No nos quedemos en un sentimentalismo vacío y superficial. Pobrecito Jesús, eso le debe doler… y seguimos como si nada. Ahora viene lo bueno. Nos hemos encontrado con él en el Evangelio, lo recordamos y meditamos sobre lo ocurrido, lo celebramos en la liturgia… pero falta hacer vida su proyecto. De seguir sus huellas hasta las últimas consecuencias. De dar testimonio de que en verdad somos Cristianos y estamos comprometidos con Jesús en la construcción del Reino.

¿Qué haré después de esta semana? ¿Cómo pondré en práctica mis promesas bautismales? ¿Cómo y con quiénes cumpliré aquello de Mateo 25, 31?

Por último, recordemos que si no podemos separar las dos naturalezas de Jesús, tampoco deberíamos separar nuestra relación con el en Fe y Vida. Que nuestras obras hablen de nuestra fe. Adoramos a Jesús y nos comprometemos con Él.

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