Publicado por Fray Raúl | 0 comentarios

Misión de Semana Santa

Nos preparamos para celebrar la Semana Mayor de la mejor manera posible. Cada pueblo tiene sus propias tradiciones y particularidades. Ahora, cuando vamos de misión no hemos de olvidar que las tradiciones son el reflejo de lo que se ha hecho en ese lugar. Nos dicen de uno u otro modo la visión que tiene la gente de Dios, del Hombre y del Mundo.

Quisiera detenerme a animar, a exhortar a todos los misioneros a tratar con respeto y caridad pastoral las diferentes expresiones de piedad popular. La religiosidad popular ha sostenido durante siglos la fe, la cultura y la identidad del pueblo. Merece respeto como elemento constitutivo de toda cultura. Cada vez que entramos en contacto con otro o con otros, el respeto ha de ir por delante. Esto sirve a nivel personal y a nivel comunitario o social.

La mejor manera de evangelizar es retomando los elementos propios de cada cultura y no imponer normas ajenas o des-contextualizadas para los pueblos. Hemos de procurar ser signos de diálogo, comprensión y tolerancia. Lo distinto no siempre es malo. Me parece negativo aquel viejo prejuicio de criticar de forma negativa aquello que es diferente, que no entiendo y me parece raro.

Cada hombre y mujer tiene una historia concreta, y consideramos esto como un regalo, nuestro propio tesoro. No nos agrada que venga cualquier persona a querernos quitar ese tesoro, ni siquiera hablar mal de él. De igual modo sucede con la cultura que da identidad al pueblo. Lo que se hace en ese lugar es valioso, es un tesoro... y a menos que se nos pida hacer algo distinto de lo acostumbrado, o que se responda a Valores Superiores, no deberíamos tratar con desprecio o sub-valorar aquello, tampoco quererlo cambiar. Hay cosas que hacíamos en nuestros pueblos y nos gustan, porque forman parte de nuestra identidad, pero no por eso vamos a tratar de imponer nuestras costumbres a dondequiera que vayamos.

Es posible, no lo dudo, de que en diversos lugares y tiempos haya encuentros culturales y se trabaje desde distintos puntos o enfoques, como puede suceder en lugares de frontera. Ni de aquí ni de allá, pero siempre con respeto. Lo mejor es el diálogo, el respeto y la valoración tanto de lo propio como de lo ajeno. Además, hemos de recordar que la misión no es llevar costumbres o tradiciones de un lugar a otro, sino celebrar y hacer presente el Misterio Pascual de Jesús en medio del pueblo. Llevando el mensaje kerigmático de Jesús y no nuestro propio mensaje.

Que en esta Semana Santa podamos anunciar el mensaje que Jesús quiere para cada hombre y mujer de buena voluntad.

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