Publicado por Enrique Nuñez | 1 comentarios

Como presentar a Jesús al hombre de hoy

Como presentar a Jesús al hombre de hoy.

Para dar respuesta, deseo hacerme la siguiente pregunta ¿cómo presentar a Jesús en medio de una cultura actual cambiante?

Una cultura que desafía la fe, a la iglesia y a nosotros mismos.

En una cultura científico - técnica, en la cultura del consumo y del bienestar, en una cultura que desea y busca la libertad, en una sociedad del pluralismo.

Ahora bien en medio de esta cultura donde el hombre es el actor principal debemos presentar a Jesús como el Jesús encarnado, aquel Jesús que nos plenifica el amor de Dios Padre (Lc1, 30-31)

Un Jesús encarnado que se hace uno de nosotros, toca nuestra debilidad humana para de allí realizar su obra de crecimiento y el desarrollo de su misión salvadora.

Ese Jesús encarnado nos pone de frente ante su humanidad, es decir hoy el Jesús histórico.

Presentar a Jesús como el que nos remite a ver su historia, su anonadamiento, notar su debilidad que la encontramos en tres grandes momentos bien marcados que son:

  1. La Encarnación, su nacimiento (Lc2, 6 -7).
  2. La Eucaristía (Lc22, 19 - 20).
  3. La Cruz (Flp2, 8).

Con estos tres pilares podemos nosotros mostrar a un Jesús diferente al Jesús de siempre.

Desarrollando estos tres pilares que son franciscanos pero enriquecidos con una visión de la Cristología en general, tomando en cuenta lo visto en clase; lo presento así:


Jesús de la Encarnación

El Jesús de la Encarnación (Amor perfecto del padre), como el acto de unión entre Dios y la humanidad, Jesús que toma la condición humana (Flp2, 7a), un Jesús que toma para si el compartir con la humanidad especialmente con los pobres y excluidos.

Hay que presentar a un Jesús que se encarna en nuestra realidad, en especial en la realidad Latinoamericana.

El Jesús abierto a la cultura y a toda la realidad donde anuncia la Buena Noticia del Amor de Dios (Mc16, 15).

Nos toca proyectar con nuestro testimonio un Jesús dinámico, atrayente, un Jesús que se desvive por los suyos, aquel Jesús que se encarna para unirse al acontecer diario de cada persona.

A Jesús que levanta la dignidad de la persona (Jn8, 10 -11), que pone la vida por encima de cualquier ley o doctrina que destruya y deshumaniza (Mt12, 1-21).

Presentar a Jesús, como el Jesús que nos encuentra, que nos levanta, el Jesús que nos motiva y toma la iniciativa (Lc22, 45-46), es el Jesús que sufre antes de nosotros.


Jesús de la Eucaristía

Es presentar al Jesús que celebra la vida y le da sentido a todo cuanto hacemos y decimos.

Jesús que escucha la voz del padre, el Jesús del discernimiento, donde prevalece, la misión encomendada y la liberación de la raza humana (Lc22, 42).

Presentar a Jesús como el modelo de servicio, del amor, del compartir y el hacer el bien;

y que hace extensiva la invitación a todos como Iglesia para que funcione desde este modelo, donde es Jesús el verdadero manantial que perfecciona día a día la Diaconía: el servir; la koinonía: una comunidad sensible, solidaria y humana, donde la liturgia sea el corazón del encuentro con Jesús, como ese memorial de lo que hizo en su vida terrena, hacer el bien porque era bueno y amándonos a todos (Jn15, 12).

Nos toca como tarea presentar a Jesús que humildemente se quedo entre nosotros, en la forma de pan y vino para acompañarnos, un Jesús que esta cerca y nos ha dejado su ejemplo de cual debe ser nuestro plan pastoral y nuestro plan de vida que es el hacer concreta la vida misma de Jesús (Jn 13, 15).

Porque realmente presentar a Jesús de la Eucaristía, es presentarlo como el Jesús que nos alimenta y nos nutre, que se convierte en luz y camino por lo que oímos y experimentamos de El, que se adhiere a nuestra carne para acompañarnos más de cerca.

No es un Jesús celestial fuera de nuestro contexto, sigue vivo entre nosotros, es resurrección, es fuente, es esperanza y es lo que celebramos y manifestamos en nuestra vida de cristianos.


Jesús de la Cruz

Es tocar el fondo de nuestra realidad latinoamericana y de la humanidad de hoy en concreto. La cruz no es la flaqueza y el fracaso de Jesús, Es para el cristiano la profecía patente de toda la vida y de la historia.

Un Jesús crucificado que tomo su cruz porque es contrario, es contracorriente ante el sistema política, económico y social, cultural y religioso.

La cruz nos demuestra claramente a un Jesús que sufre como yo ahora (Lc22, 43 - 44).

La cruz nos dice que Jesús reclama justicia, reclama vestido, reclama educación, comprensión y vivienda.

A Jesús hoy, hay que presentarlo como el hombre real y concreto, que tiene sentimientos, mociones, desencantos que nos ofrece una humanidad nueva pasando por el dolor. Un Jesús que tiene necesidades de relaciones humanas sanas, de acogida, al Jesús que sale al encuentro de nosotros, un Jesús comprometido.

Un Jesús que purifica y madura su fe, su trascendencia y sin divinidad no tanto por ser Dios sino porque es sensible, es compasivo, que sale de si mismo, que vive y hace nueva todas las cosas.

Es bueno presentar a Jesús como el que nos da la libertad, proponiendo con audacia y menos prejuicio que busquemos a Jesús en el corazón mismo de la realidad, de la Iglesia y de nuestro ser mismo.

Presentar a Jesús hoy en concreto, como podemos hacerlo:

Algunos pasos que recomiendo:

* Desde una pastoral evangelizadora, apostolados de inserción, misiones de fronteras, con una catequesis más experiencial que de doctrinas y dogmas, con el testimonio desde nuestros lugares de incidencia, es deber nuestro de mostrar el nuevo rostro de Jesús.

* Siendo creativos, llevando a la gente al encuentro de Jesús vivo, en el encuentro con su ser mismo.

* Tener y practicar actitudes y actos que muestren lo atractivo del seguimiento de Jesucristo.

v Predicar y mostrar que Jesús desde la iglesia si tiene la capacidad de dar respuestas al hombre.

* Saliendo de nosotros mismos para ir al encuentro del otro, en espacial del mas necesitado.

* Encausando y canalizando nuestra sensibilidad por los derechos humanos.

* Respetando la libertad de cada persona.

* Hacer del amor una verdad concreta.

* Revelar que Jesús nos ayuda a madurar como persona libre, adulta y comprometida.

* Continuar el camino de la renovación de las estructuras eclesiales, que nos lleven al encuentro de Jesús resucitado.

* Siendo participes de los sufrimientos y esperanzas de nuestras culturas y de nuestros pueblos latinoamericanos.

* Impulsando una Iglesia Evangelizadora e incluyente, que forme cristianos para la vida; sociables, con sentido común y misioneros.

* Presentando a Jesús desde la inculturación del Evangelio, como la buena nueva a los pobres.

* Un Jesús que esta en los asuntos políticos y las decisiones de la sociedad, defendiendo y buscando el bien fraterno.


Conclusión

Presentar a Jesús hoy.

La propuesta es dar a conocer a Jesús como el amor verdadero, que esta por encima del pecado y de la muerte.

Jesús como persona integrada, humana y armoniosa; a un Jesús igual que yo, el Jesús de la verdad, presente en la realidad.

Se presenta a Jesús como aquel que le da valor y sentido a los momentos de oración, de celebración y de intimidad con el Padre.

Un Jesús integrado en su afectividad, su lado masculino protector y su lado femenino materno que por eso es igual de trato con la mujer y el varón.

Un Jesús de fe y que no duda de su Dios.

A Jesús del Reino, de la levadura y del Sembrador.

Presentar a Jesús que no muere sino que renace en el espíritu y a eso mismo nos invita a renacer del agua y del espíritu.

Un Jesús humano y divino como podemos hacer cada uno de nosotros.

La vida de Jesús en todo sus aspectos es tan gustosa y atractiva, es como un buen manjar que encontramos en el mercado, donde te preguntas nunca he probado en restaurante y hotel alguno un manjar tan delicioso como este, además en este lugar no pensé que hubiera tal manjar.

Un manjar que te deja con muchas preguntas como: ¿y de donde viene?, ¿cuál será su esencia? , ¿Porqué en este lugar?

El problema parece que todos buscamos a un Jesús el hijo de Dios, y por eso siempre miramos a las nubes y nos olvidamos del tesoro escondido en nuestro ser, en nuestra realidad, en nuestra historia, en el dolor y en el sufrimiento de nuestra gente.

Queremos escucharle pero nos ensordecemos ante el clamor y el llanto de la sangre, de los débiles, de los indígenas que claman justicia, igualdad, solidaridad, paz, fraternidad,

oportunidades y el respeto de sus derechos.

A Jesús me parece no es tanto de presentarlo es simplemente sacarlo y liberarlo del escondite donde lo hemos metido, los lugares donde lo hemos guardado para que no nos grite las verdades que pisoteamos, soltar a Jesús que apresamos en los ritos y dogmas.

Quitarle los clavos que le crucifican por la marginación, el racismo, la prostitución y la complicidad que asumimos para ocultar toda violación a los derechos de la dignidad de la vida.

El caso es vivir en Jesús mas que adorarlo, dejarnos amar por el, dejarnos abrazar antes que cargarlo y mirarlo.

Concluyo dejando y haciéndome la siguiente pregunta

¿Será que Jesus necesita que lo presente o esta esperando que le quite mi espalda que le cubre su rostro?

Benjamín Elif Quirós Martínez


1 comentario:

  1. Jesús no se quedó con nosotros en la Eucaristía, él se quedó con nosotros en Espíritu, es su Santo Espíritu que nos acompaña (Juan 14:16-17 y 14:26). La Eucaristía es el memorial de su sacrificio por la humanidad, la entrega total de su cuerpo y su sangre por nosotros, que por medio de ese sacrificio nos ofrece la libertad de la esclavitud del pecado y una vida nueva y eternal.

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