Publicado por Fray Raúl | 0 comentarios

Evangelización y Contemplación

Contemplar es "saber ver". No es mirar por mirar. Es ver atentamente y admirarse, disfrutar de aquello que se ve. Pero más que ver es aprehender aquello y trascender lo visto. Ir más allá  de la experiencia sensible de ver y pasar a contemplar especulativamente. Interpretar lo visto y reflexionar sobre su sentido, sobre su origen y su final, y la relación que tiene esto visto conmigo.  Muchas veces, no sabemos mirar, no contemplamos.

Contemplar es amar, a Dios y al prójimo. No se trata solo de ver, sino de dejarme afectar, de compadecerme con aquel que sufre, con mi prójimo.  Contemplar a Cristo, pobre y crucificado,  en la cruz, en la actualidad, en los marginados, en los que sufren, en los pobres... Jesús está entre ellos y Francisco quiso seguir a Jesús pobre y vivir entre los pobres.

Todos ven lo superficial, lo accidental, pero no todos van a la esencia, a lo que en verdad es importante y que hace la diferencia. El ser contemplativo me permitiría una vida llena de esencialidad, yendo a lo que es en verdad importante. Estando en lo que es importante lograría liberarme  de las ataduras de lo superfluo, de lo que no es  necesario, de lo in-auténtico.

Nuestro mundo está lleno de contradicciones y antagonismos. La envidia, el rencor, la violencia son los valores (o antivalores) muy comunes. Se vive un ateísmo práctico y el anticlericalismo es evidente. Ser cristiano es difícil y ser uno de los buenos es más difícil todavía. ¿qué podríamos proponer como Iglesia al mundo de hoy?

Son pocos los que quieren oír a esta antiquísima  institución pero son muchos más los que necesitan  palabras orientadoras. Hay en el fondo una necesidad de profundidad, un anhelo de absoluto, un espacio qué sólo Dios puede ocupar.

Para iniciar, debemos cambiar nuestro modo de ver. Ya los blancos-negros están desfasados. Lo bipolar por muy cierto que sea, siempre da lugar a un espacio, por mínimo que sea, a otros minipolos, por decir algo. Es decir, entre Norte y Sur siempre hay una distancia que recorrer. Los dualismos excluyentes necesitan una síntesis para superar la dicotomía.

Nuestra mirada ha de ser integradora, capaz de contener el todo de las contradicciones y demostrar de manera intuitiva que los contrarios siempre tienen algo en común. Que hay que alejarse un poco  para encontrar ese algo, pero que las cosas y las personas por muy diferentes que sean, necesariamente han de buscar los puntos de convergencia para la mutua realización.

Nuestra mirada debe debe acercarse al modo de ver de Dios, que vio "todo bueno" y al hombre lo vio "muy bueno".  Si bien  es útil resaltar algunas diferencias para conocer las cosas y darnos a entender, hemos de superar las contradicciones  y buscar la unidad esencial en todo.

Resaltar ciertas diferencias trae muchos problemas, más aún cuando se trata de  rechazar o minusvalorar diferencias por ser "inferiores". Lo que debemos buscar es la integración de todas estas diferencias, superar las contradicciones  y hallar la unidad. Siempre se dice: "son más las cosas que nos unen", pero de aquí no se pasa.

La mirada de Dios abarca la totalidad, no es como la mirada humana limitada y parcial...

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