Publicado por Fray Raúl | 0 comentarios

La Vida Religiosa y el mundo actual


Son muchas las reflexiones  que se pueden hacer acerca de este tema. Quisiera reflexionar en esta ocasión sobre la Vida Religiosa o Vida Consagrada y la deserción.

Son muchos (o quizá pocos) los jóvenes y las jóvenes que se acercan a los conventos religiosos para iniciar un proceso de discernimiento vocacional, para responder a "la llamada de Dios". De este número a veces variado de jóvenes, es un porcentaje muy reducido el que logra perseverar hasta el final, es decir: la profesión solemne, y más aún, hasta la muerte.

¿Qué estará pasando en las casas de formación? ¿Qué reflexión nos sugiere este tema tan complicado?

Ciertamente la época actual dista mucho de lo que fueron los años ochentas, tiempos de guerras, la falta de alimentos y demás crisis sociales. Estamos en una época llamada "post moderna" que podría significar muchas cosas y dejarnos más confundidos, bástenos ahora considerar que esta época está más allá de lo que podemos creer o esperar, sobre todo en relación al pasado.

Cuando nos acercamos a tocar las puertas de las casas de formación, de los conventos o seminarios, los jóvenes llevamos en el corazón muchas ilusiones, muchos ideales, quizá demasiada fantasía. Iniciamos la formación y entramos en una especie de conflicto entre lo "que queremos" y lo "que se nos da", es decir, entre lo ideal y lo real. Las más de las veces encontramos situaciones que posiblemente disten mucho del evangelio. Sin embargo, no dejan de existir esos grandes ejemplos vivientes de santidad y entrega. Hermanos y hermanas que han dado su vida, y la siguen dando, que nos dicen: "esta forma de vida vale la pena".

Parece que el encantamiento no llega muy lejos, dada el gran porcentaje de hermanos y hermanas que abandonan esta forma de vida. Posiblemente las casas de formación y la misma Vida Religiosa nos hemos quedado cantando las hazañas del pasado y nos olvidamos de soñar, de luchar y de creer en el presente y en el futuro. Nos pasamos "la papa caliente" y no sabemos a quién echarle la culpa: es el formando, es el maestro o la maestra, es la institución, se enamoró, no aguantó, se aburrió...

No importa cual sea la respuesta, sino la pregunta: ¿está perdiendo la Vida Religiosa el encanto para atraer, y mantener las vocaciones a la vida consagrada?

¿Quién da ese encanto y quién lo quita?

En uno de los altos pinos que adornan la casa del noviciado franciscano "Eremo San Damián", en Puerta Parada, Guatemala, hay un letrero que dice: "El encanto a la vida religiosa se lo das tú". Me llamó la atención cuando lo vi, pensé en que mucho depende de mí en este asunto de la vocación. Pero me venía otra interrogante: ¿dónde quedan los otros? ¿podrían quitarme los otros (individuos o institución) algo de ese encanto?

Al final, solo Dios sabe la respuesta. Muchos son los llamados, pocos los decididos. En esta aventura de la vocación, son muchos los retos a los que nos enfrentamos, pero creo que la Vida Religiosa sigue siendo una respuesta acertada a lo que Dios nos pide. No sabemos cuántos perseverarán hasta el final, lo que sí sabemos es que el que nos ha llamado no nos engaña.

Para que nuestra Vida Consagrada no pierda ese encanto, contamos con algunos elementos que no debemos olvidar, son los pilares para la vida religiosa: Recogimiento, discernimiento, combate espiritual, oración, fraternidad, minoridad y el apostolado.

Que el Señor que nos ha llamado nos de las fuerzas para permanecer fieles a la vocación a la que hemos sido llamados.

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