Reflexión para del Domingo de "La Ascensión del Señor" Ciclo "C"
Hechos
1, 1-11 La Ascensión de
Jesús y la promesa del Espíritu Santo.
Salmo
46 Entre
voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Hebreos
9, 24-28; 10, 19-23 Cristo, verdadero
Templo y verdadero Sacerdote.
Lucas
24, 46-53 Serán mis
testigos con una fuerza que viene de lo alto.
Reflexión
Imagen del Salvador del Mundo de visita en la parroquia San Bartolomé, Apóstol, Ilopango, San Salvador. |
Se
han cumplido más de cuarenta días desde que celebramos la Pascua del Señor y la
fiesta se ha extendido todo este tiempo, y seguirá hasta la solemnidad de
Pentecostés. Son tres los acontecimientos que adquieren especial consideración
en este tiempo litúrgico.
El
primero de todos es el acontecimiento de la Resurrección, después de su pasión
y muerte. Jesús se dejó ver por sus discípulos muchas veces antes de subir al
cielo, y les dio señales de que estaba vivo.
El
segundo acontecimiento es la Ascensión del Señor al Cielo. El que había bajado
retorna ahora al Padre, de donde había venido. Se va, pero no nos deja solos.
Se ha quedado en le Eucaristía y nos ha prometido una fuerza que viene de lo
alto. El Espíritu Consolador.
El
tercer acontecimiento que tendrá lugar en una semana, es la Venida del Espíritu
Santo. Es la presencia prometida, que bautiza y da fuerzas para “testimoniar a
Jesús por todo el mundo”.
Se
abre ahora un nuevo tiempo, el tiempo de Dios. Tiempo en el que esperamos la
segunda vendida de Cristo. Con una esperanza activa, evangelizando y siendo
testigos de Cristo por todos los rincones del mundo y en todas las dimensiones
de nuestra vida.
Cristo
que nos ha enseñado el camino y permaneció fiel en el amor, no nos engaña. Él es
fiel a su palabra, permanezcamos firmes en nuestra fe, haciendo lo que esté a
nuestro alcance para “mejor conocer y amar a Jesús, y hacerle conocer y amar
más por los demás” como decía san Enrique de Ossó.
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