Reflexión para la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor
El
Sacramento de la Fraternidad.
La opción que se hace desde y por los pobres,
es el anuncio de la fiesta eucarística del Reino; fiesta de los últimos y todos, celebrar el
cuerpo y la sangre, es insertarnos en el
corazón de Jesús que se convierte en alimento y fuerza, en energía y lucha.
Muchos en la actualidad, preferimos adorar el “misterio”
entre majestuosas custodias y el aroma del incienso, pero Jesús que se hace
pan que se parte y comparte es más que
una simple devoción, a este sacramento me gusta llamarle, el sacramento de la
fraternidad, pues no se regala de su pan
a alguien desconocido, solo al hermano, al amigo es por eso que Jesús es
solidaridad, solo con los ojos de Cristo
podemos ver al otro como un yo.
La alteridad es más que relaciones de individuos; es el mismo Dios
comunidad que nos hace ser compañeros de camino y lucha, compañero (copain)
que significa con quien se parte el pan.
Hoy más que nunca ante un continente en la pobreza y la desesperanza, el cristiano
debe ser testigo y promotor de la fiesta
eucarística en donde todos reciben y todos comparten; uno de los milagros que
se le atribuyen a San Jerónimo Emiliani
al igual que Jesús es la multiplicación de los panes para saciar el hambre de sus huérfanos, y para multiplicar hay que dar de sí sentir con el otro.
En la actualidad, cuantos no pueden celebrar la
eucaristía, cuantos no pueden dar
gracias porque la iniquidad de un
sistema no les permite comer dignamente
alrededor de la mesa.
Jesús triturado como el trigo, fragmentado y repartido,
Jesús hecho vino, alegría que se desborda para saciar el hambre y la sed de justicia
que nos anticipa con este sacramento El
Reino en donde la mesa circular, invita a todos a comer y saciar nuestra miseria
de hermandad.
La eucaristía no es un misterio, es práctica de la cual
se vivió y se muere; pues cuantos como Jesús se atreven a partir el pan,
acumulado por unos pocos están condenados a ser crucificados por los
satisfechos de la historia. Nosotros en el aquí y ahora solo contamos con cinco
panes y dos peces, pero encaramos con ojos de esperanza a un presente
herido y hambriento de justicia y paz.
Hoy celebremos la fiesta del compromiso, la fiesta que
reanima nuestras fuerzas y el amor, coloquemos sobre la mesa a Dios hecho pan,
al Dios de la fraternidad.
Por: Elder Armando
Romero
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