Publicado por Fray Raúl | 0 comentarios

Y Dios se hizo carne

Y el verbo se hizo carne
en mujer casta y soñadora
de un nuevo mundo que nace,
de un tiempo nuevo que añora.

De virginal belleza y humildad serena
fue la niña que del cielo robó:
la luz fecunda y esperanza plena,
y en su útero, cual custodia, a Dios llevó.

Tus manos están   gastadas y callosas
de tanto trabajo en el hogar.
Pero son esas manos las que llevan la mejor caricia
que al rey del cielo has de dar.

Tus pies están agrietados por el calor de la arena
que de ir y venir se llenan
de sol, cansancio y penas
del pueblo que camina y busca la vida nueva.

Eres la niña, eres  la señora,
la virgen y madre del redentor.
Eres la más amable de las criaturas,
eres del hijo, la madre del amor.

Eres la fiel seguidora del maestro
que del pesebre a la cruz mostraste
ser discípula y misionera, y concretaste
obras de amor real y sincero.

De dolores de parto y de martirio eres,
la fuente de la fortaleza humana.
Eres la fuerza y la ternura, y en tus quereres,
el Dios niño sus primeros pasos marca.

El cielo tomó de la tierra
tu carne, tu sangre, tu amor.
Gran misterio es la encarnación
y tu "sí" alivia la espera en el dolor.

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