Publicado por Enrique Nuñez | 0 comentarios

ASCENSION – El nudo pascual

Dios es Amor – Una nueva visión -
ASCENSION – El nudo pascual
Querid@ teólog@, la ascensión significa que Jesús asciende hacia lo alto. Esto significa ascender, subir hacia lo alto. En mi pueblo natal había la tradición de que grupos de amigos o familias en este día subían a alguna montaña o colina para festejar la Ascensión con una merienda.
Con este acontecimiento se termina el ciclo de las apariciones de Jesús a los Apóstoles. Estos ya tenían plena seguridud que Cristo había resucitado y estaba vivo en medio de ellos, aunque de forma invisible o en otra dimensión, como se dice.
La ascensión de Jesús es el cumplimiento de la victoria absoluta del Señor sobre todos los males que se dan en la tierra y garantía de que notros también podremos ascender allá donde está nuestra cabeza, nuestro Señor victorioso.
La ascensión de Jesús significa también que ahora la tarea de anunciar el evangelio es nuestra. En efecto, la I lectura de los Hechos de los apóstoles termina así Mientras miraban fijamente al cielo, viéndolo alejarse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron a los apóstoles: “Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse. Y en la última página del evangelio de San Mateo que acabamos de oír dice así Les dijo Jesús a sus apóstoles: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.
¡Vaya! ¿Qué dicen ustedes, por dónde empezamos la tarea?
Si me permiten, yo voy a empezar mi tarea haciendo una especie de resumen de estos 42 días después de Pascua; resumen sobre un tema que ha estado repitiéndose una y otra vez. Ya he tocado otra vez el tema pero aquí lo voy a hacer de manera más completa y, espero, de manera más fácil de comprender; es que se trata de un tema de muchísima importancia. Se trata de saber quién quiso que Jesús muriera, si los fariseos o Dios Padre.
En la Misa de todos estos días después de Pascua, la primera lectura nos ha venido contando quiénes mataron a Jesús. Pero ¡he quedado confundido! ¿Saben por qué? Porque en todas las citas se dice con claridad que fueron los fariseos a quiénes hay que achacar la muerte de Jesús. ¡Y en esto estoy claro y convencido! Sin embargo, en alguna cita se dice también otra cosa, se dice que, con la muerte de Jesús, Dios Padre cumplió su plan de salvación; insinuando que fue Dios Padre quien quiso la muerte de Jesús.Entonces, sí, quedo confundido! Y me vuelvo a preguntar: ¿Quiénes fueron los autores, intelectuales y materiales, de la muerte de Jesús: los fariseos o Dios Padre? Tantas preguntas, ¿verdad? No se preocupen, porque al final, sí, vamos a proponer una respuesta clara. Tengan paciencia.
Ahora, para meternos bien adentro del tema, vamos a leer las 6 citas de los Hechos de los apóstoles que se refieren a este tema y que hemos venido oyendo en las primeras lecturas de estos días después de Pascua.(Pero, antes, vamos a una breve pausa). Tal vez, ustedes que están escuchando, durante la pausa pueden buscar una hoja y un lapicero para anotar las citas que yo iré leyendo, después de la breve pausa.
1) Hechos 3,13-15: “Es Dios el que acaba de glorificar a su siervo Jesús. Ustedes (los fariseos) lo entregaron y renegaron de él. Ustedes pidieron la libertad de un asesino y rechazaron al Santo y al justo; mataron al Señor de la vida, pero Dios lo resucitó”.
2) Hechos 2,36-37: “Dios ha hecho Señor y Cristo a este Jesús a quien ustedes crucificaron…Los oyentes se afligieron y dijeron a Pedro y a los Apóstoles ¿Qué tenemos que hacer, hermanos? Pedro les contestó: arrepiéntanse y háganse bautizar en el nombre de Jesús para que sus pecados sean perdonados”.
3) Hechos 4,10: “Este hombre (el paralítico que Pedro y Juan habían sanado a la entrada del templo) ha sido sanado por el nombre de Jesucristo, a quien ustedes crucificaron, pero a quien Dios ha resucitado de entre los muertos”.
Estas citas dicen con toda claridad que las dos intervenciones en la muerte de Jesús, la de los fariseos y la de Dios, son diametralmente opuesta: los primeros para quitar la vida de Jesús; Dios, para darle vida plena.
Sin embargo, hay 3 citas más que sí, a la primera parte de la oración, añaden que Dios tenía su plan en esa muerte. Veamos.
1) Hechos 3,17: “Yo sé que ustedes obraron por ignorancia, al igual que sus jefes, y Dios cumplió de esta manera lo que había dicho de antemano por boca de todos los profetas: que su Mesías tendría que padecer”.
2) Hechos 2,23: “Ustedes lo entregaron a los paganos para ser crucificado y morir en la cruz, y con esto se cumplió el plan que Dios tenía dispuesto”.
3) Hechos 4,27: “En esta ciudad hubo una conspiración de Herodes con Poncio Pilato, los paganos y el pueblo de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste. Así ellos consiguieron lo que tú habías decidido de antemano que se llevara a efecto”.
Después de haber leído las últimas 3 citas, debemos preguntarnos una vez más: ¿Quiénes quisieron la muerte de Jesús, los fariseos o fue voluntad del Padre? Ustedes saben que la respuesta que se ha dado siempre y que circula hasta hoy, es que la muerte de Jesús fue voluntad del Padre; para redimirnos, se dice, es decir, para pagar por nosotros a Dios Padre la deuda que teníamos que pagar nosotros por nuestros pecados. La oración del Miércoles Santo dice así: “oh Dios, que para salvarnos, quisiste que tu Hijo sufriera el suplicio de la cruz, concédenos la gracia de la resurrección“. Esta respuesta deja la boca amarga y no satisface más el sentir de muchos buenos cristianos. Y es posible sustituirla con otra respuesta. De hecho, es posible otra respuesta. Respuesta que no va en contra de la fe; es tan sólo otra explicación (otra teología) de la gran verdad que Cristo nos ha salvado de nuestros pecados. Y es posible otra explicación de esas frases que involucran la voluntad del Padre en la muerte de Jesús.
Veamos cuál es esta otra respuesta. Es la siguiente: la muerte de Jesús la quisieron exclusivamente los fariseos; sin más. Dios Padre, lejos de querer la muerte de su Hijo querido, lloraba, por decirlo así, junto a María, porque se estaba cometiendo el delito más monstruoso de la humanidad! Se estaba matando al más inocente de los hombres; al hombre más justo, que incluso, moría por amor a Dios Padre y a los seres humanos. Por eso Dios lo resucitó. Entonces, la respuesta a la famosa pregunta de si fueron los fariseos o Dios Padre a querer la muerte de Jesús queda clara; fueron los fariseos solos. San Pedro lo dice de forma contundente en Hechos 4, 10. Dice así a los fariseos:”Ustedes lo mataron pero Dios lo resucitó”. Hay que separar completamente la acción de Dios Padre de la acción de los fariseos; la acción de Dios es opuesta a la de los fariseos; la acción de los fariseos es de muerte, en cambio, la acción de Dios Padre es de vida plena. Así es siempre la acción de Dios Padre, también para nosotros. Ciertamente, este de la muerte de Jesús en la cruz es un tema central en el cristianismo,
2- Relacionado con éste, hay otro tema que vamos a tocar aquí, para que al final tengamos una visión completa del asunto.
¿Cómo se reconcilian las dos cosas tan opuestas? Por un lado, la muerte de Jesús la causaron los fariseos y, por otro lado, Dios,en ocasión de esa muerte cumplió su plan de amor? La respuesta es: SE ARMONIZAN CON EL CONCEPTO CRISTIANO DE LA DIVINA PROVIDENCIA.
La idea cristiana dela Divina Providencia explica cómo la muerte de Jesús puede ser aprovechada por Dios a favor de nuestra salvación. San Pablo ha sintetizado este misterio admirable de la sabiduría de Dios de la siguiente manera: “Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman” (Rom.6, 28). Ese disponer todas las cosas (aun las negativas, que son siempre causadas por los seres humanos) para bien de los que buscan el bien es lo que los cristianos llamamos Divina Providencia. Las cosas malas y dolorosas no las produce Dios. Sin embargo su amor y su sabiduría son tan grandes y son capaces de coordinar todo lo que ocurre para que resulte en bien de los que lo buscan, sea con la oración sincera y coherente sea con la voluntad de hacer el bien. Entonces entendemos lo que dijo San Pedro en Hechos 2,23, donde dice así:”Ustedes lo entregaron a los paganos para ser crucificado y morir en la cruz; pero con esto se cumplió el plan que Dios tenía dispuesto”.Piensen ustedes en una familia. La madre es una pequeña providencia; realiza su plan de amor por los hijos aun en ocasión de alguna travesura que hacen los mismos hijos; si se cae el hijo por travieso, la madre lo levanta, lo abraza y le hace ver qué peligroso es no hacer caso a la mamá, de esta manera el niño aprende y se salva . Aprovecha esa caída del hijo para realizar su plan de amor con el mismo hijo. La travesura es del hijos pero el aprovechamiento para el bien del hijo es de la madre. Esto hace Dios con nosotros. Esto hizo Dios Padre con la muerte de Jesús causada por la trágica “travesura” de los fariseos! Así, Dios Padre aprovecha el terrible delito de los fariseos para obrar nuestra salvación en el amor de Cristo. Los fariseos solos matan a Jesús, pero Dios Padre, con su divina providencia aprovecha ese delito para salvarnos. De paso, hacemos una consideración bella y práctica: cuando nosotros quedamos fieles en el amor con la paciencia y el ofrecimiento humilde a Dios, entonces, nos hacemos colaboradores de la Divina Providencia, porque estaremos colaborando conscientemente en su plan de amor por nosotros y por otras personas.
Este tema de la Divina Providencia es tratado en los nn.306-314 del Catecismo de la Iglesia Católica. Probablemente tienen este libro rojo.
Y con el n.312 de este Catecismo, concluimos toda esta bonita cuestión. Dice así: “Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás (que es la crucifixión de Jesús) causada por los pecados de la humanidad, Dios, por la superabundancia de su gracia (Cfr. Rom. 5,20), sacó el mayor de los bienes, que es la glorificación de Cristo y nuestra redención”.
3- Hay otra expresión, muy común por cierto, que nos puede confundir. Es la siguiente: “HAGASE, PADRE, TU VOLUNTAD”. Preguntémonos: ¿Cuál es la Voluntad de Dios respecto del sufrimiento: el de Jesús yel nuestro?.¿Qué significa HAGASE, PADRE, TU VOLUNTAD? Ustedes recuerdan lo que dijo Jesús en el huerto del Getsemaní, la noche en que lo apresaron; está en el evangelio de San Mateo, capítulo 26,42.Dice así:”Jesús se alejó un poco de los apóstoles y oraba así:”Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la beba QUE SE HAGA TU VOLUNTAD!” También esta expresión, hasta ahora, se ha interpretado en el sentido que la voluntad de Dios Padre era precisamente que Jesús muriera en la cruz, porque ésta sería la voluntad del Padre. Sin embargo, como en el primer tema, es posible otra explicación, que no niega nada de la enseñanza cristiana. Es la siguiente: DIOS ES AMOR Y SU VOLUNTAD PUEDE QUERER SOLO UNA COSA, EL QUE NOSOTROS SEAMOS FIELES EN EL AMOR, EN CUALQUIER CIRCUNSTANCIA. Eso era lo que Dios Padre pedía a Jesús, que quedara fiel en el amor aun a costa de ser apresado, torturado y crucificado. Y Jesús permaneció fiel en el amor; hizo la voluntad del Padre. Jesús, en el jordán, al ser bautizado por Juan el Bautista, y, después, en el desierto, tomó el compromiso de anunciar y promover el Reino de Dios, reino de amor, justicia, paz, verdad y vida; todas cosas que dan vida a la gente en general y a los pobres en particular. Sin embargo, en la medida que la predicación del Reino alegraba a los pobres, al mismo tiempo aumentaba la rabia y la persecución de los poderosos, los fariseos, los ricos, los soldados romanos. Nosotros, en Centroamérica, tenemos la experiencia de cómo y por qué mataron a Mons. Gerardi y a Mons. Romero, por impulsar el Reino de Dios a favor de los pobres, lo sabemos de sobra. Lo mismo hicieron con Jesús. De manera que, Jesús, en el Getsemaní se encontró en una encrucijada: retirarse de la predicación del Reino y volverse a la tranquilidad de Nazareth, con su madre María y sus buenos paisanos, o bien, seguir adelante en la predicación del Reino, caminando así hacia una muerte cruel. Esta muerte dolorosa era el cáliz amargo que Jesús en el huerto del Getsemaní, era humano, quería apartar. Pero, si se retiraba, la humanidad seguiría ignorando cuál es el camino de la perseverancia en el amor, y este mundo nunca habría mejorado y nunca habría aprendido el camino de la vida plena, nunca se habría salvado. Ante esta encrucijada, Jesús quedó fiel en el amor, fiel a Dios predicando su Reino hasta el final, y fiel en el amor a nosotros porque así conoceríamos el camino de la vida y nos salvaríamos. Fue cuando dijo:”Padre, voy a quedar fiel en el amor a Ti y a mis pobres hermanos. Hágase Padre, tu voluntad! Entonces, Dios Padre lo resucitó de ese infierno de la muerte adonde lo habían arrojado nuestros pecados. Todos los días experimentamos que sólo el amor salva, sólo la fidelidad en el amor salva. Esta fidelidad, Dios Padre, la pide al Papa como a las personas más humildes, a la mamá cuando tiene la tentación de abortar, y al papá cuando tiene la tentación de divorciarse. A cada uno de nosotros Dios Padre nos pide sólo una cosa: la de ser fieles en el amor. Gracias, Señor, por quedar fiel en el amor hasta el extremo, para así enseñarnos a hacer siempre la voluntad del Padre, que es, siempre voluntad de amor. Nos lo haces decir a menudo, en la oración del Padre Nuestro, que es modelo de toda oración.
Hemos tocado temas de gran importancia teológica y moral, y hemos dado una nueva interpretación respecto de la interpretación tradicional, sin poner en duda el dato revelado. Estas nuevas interpretaciones proyectan una gran luz sobre el tema muy práctico y pastoral de nuestros sufrimientos.
4-¿De dónde vienen nuestros sufrimientos? Se nos ha dicho que vienen de Dios. No, no puede ser! Ninguna madre causaría un sufrimiento para su hijo, mucho menos Dios quien es padre y madre de cada uno de nosotros. Hay que declarar en voz alta que todo lo que hace sufrir es causado por seres humanos, con nombre y apellido. Lo dice el Beato Juan Pablo II, en el Mensaje del I de enero de 2005.
A veces es nuestro nombre, a veces puede ser el nombre de nuestros familiares, de nuestros antepasados o de nuestras autoridades; a veces es fácil descubrirlo, otras veces se hace todavía difícil, incluso para la ciencia (actualmente). En cambio, todo lo bueno viene de Dios, directa o indirectamente.
Así que les sugiero no decir más palabras como éstas: “paciencia, hay que hacer la voluntad de Dios (esto lo decimos cuando estamos delante de un a madre que llora a su niñito que murió de rotavirus), dando a entender que fue Dios quien causó esa muerte o esa enfermedad. Tampoco digamos que “Le había llegado su hora” (esto lo decimos ante cualquier muerte); tampoco digamos que “no se mueve hoja sin la voluntad de Dios”, porque hoy hay muchas hojas que se botan contra la voluntad de Dios, contra la ecología. Los sufrimientos y la muerte lejos de quererlos Dios, ocurren contra Su voluntad. Es que la muerte en el mundo entró por el pecado (Cfr. Rom. 5,12), y cuidado, no como castigo sino como consecuencia lógica de nuestras decisiones ilógicas. Por ejemplo, si uno se emborracha y se pone a manejar y se estrella contra el muro; esto ocurrió no por un castigo de Dios sino como consecuencia lógica de decisión ilógica de manejar borracho. Tampoco la muerte viene de Dios porque es su enemiga (Cfr. I Cor.15, 26).
Tantas otras cosas habría que decir sobre este tema; sin embargo hay que ir hacia el resumen. Recordemos. Las respuestas que hemos dado hasta ahora son las siguientes: 1. fueron los fariseos solos quienes mataron a Jesús. 2- Sin embargo, estamos claros que en ocasión de ese delito monstruoso Dios cumplió el plan de amor que siempre había querido en favor de la humanidad, salvarla definitivamente del extravío del pecado. 3- Estamos claros también que cuando Jesús dijo:”Hágase Padre tu voluntad”, sea en el Getsemaní sea en la oración del Padre Nuestro, entendía decir que, aun ante la muerte, hay que quedar fieles en el amor. Y 4- Nuestro sufrimiento, como los de Jesús, tienen siempre firma de seres humanos, con nombre y apellido, nunca vienen de Dios.
La muerte de Jesucristo toma otro giro: ya no es un castigo para expiar (Cfr. CELAM y J. P. II 1999) sino la suprema expresión de amor de parte del “arquetipo” de la humanidad; y nosotros escogemos estar en-por-para El cuando
QUEDAMOS FIELES EN EL AMOR.
Un fuerte abrazo,
Mauro

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