Un modo de ver la pasión y muerte de Jesús No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera. El anterior poema, de autor desconocido (pues hay varios posibles autores), trae consigo una profunda carga de sentimientos frente a la Pasión de Jesús. No se queda en un sentimentalismo superficial, sino que, por el contrario, el sufrimiento de Cristo en la cruz es motivo de conversión y seguimiento. Muchas veces queremos condiciona...
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