Publicado por Fray Raúl | 0 comentarios

Revitalizar nuestra vida y misión para evangelizar el mundo de hoy

Una reflexión sobre la Regla de los Frailes Menores y los retos para la evangelización del mundo de hoy.

"La Regla y vida de los hermanos menores es ésta, a saber: vivir el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, en obediencia, sin propio y en castidad"  (Rb 1)

Tener el Evangelio como  origen, centro y culmen de nuestra vida cristiana es tener a Jesús como origen, centro y culmen de todo nuestro ser y hacer. Particularmente en la Eucaristía como Acción de Gracias y el Evangelio como Buena Nueva.

El centro del Evangelio es la persona de Jesús y su pasión por el Reino. Todo lo que hizo y dijo nos lleva al Reino de Dios. Reino que se abre a nosotros y que está en medio de nosotros (Cfr. Lc 17, 21).
Tener el Evangelio como forma de vida es tener a Jesús como modelo, forma y tipo de lo que queremos o como quién queremos ser.  Crecer a la estatura de Cristo  es irme convirtiendo  cada vez más en él. Mi vida tiene que transparentar el Reino. Ser transparencia del Reino es ser transparencia de Jesús, para que en todo se vea a Jesús a través de mí (Cfr. Gal 2, 20).

Aquí enlaza aquella frase de San Enrique de Ossó: "Ser otro Jesús en la Tierra". Pensar como Jesús, orar como Jesús, amar como Jesús, actuar como Jesús... El ser cristiano es una cristificación diaria de nuestro ser natural para ser sobrenaturalmente otro cristo. Es decir, una transfiguración  entre lo que soy  y lo que debo ser. 

Mi deber ser no yace en una idea análoga o idealista de mi yo, mi deber ser yace en el origen del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, es decir Jesús, el verbo encarnado, como segunda persona de la santísima trinidad. En el origen del ser humano está el ser divino, puesto que el modelo o tipo es el mismo Dios (Cfr. Gn 1, 26-27).

Siendo así, tener el Evangelio como Regla de vida es, fundamentalmente, un Vivir en Dios. Cabe destacar que vivir en Dios no es en absoluto negar la mundaneidad del hombre puesto que el mundo es también obra del mismo Dios. Vivir en Dios será reordenar toda nuestra vida según el orden primigenio  de las cosas, las cuales vio Dios que eran buenas y las bendijo (Cfr. Col 1, 3- 21 y Gn 1, 31).

Aquí entra otro paso en la cosmovisión franciscana del Universo: La Fraternidad Universal o Cósmica.

Todas las criaturas provienen de la Palabra de Dios, que es Jesús. Todas las criaturas son hermanas. Tener el Evangelio, Palabra de Dios, como regla, es reconocer la omnipotencia de Dios, sumo bien. Reconocer su infinito amor y su creación libérrima. Es contar con un corazón abierto a lo infinito, a lo absoluto, a lo eterno. Un corazón abierto a las criaturas.

Volviendo al tema particular del Evangelio como Buena Noticia para los hombres, tener como regla de vida la Buena Noticia del Reino es devolverle a los hijos la dignidad manchada por pecado, es decir, las injusticias sociales, la miseria, el dolor , la impaciencia, la soberbia, el rencor, etc.

Tener el Evangelio como regla de vida y/o programa de vida es estar dispuesto a estar con los débiles, los empobrecidos, los pacientes, los buscadores de justicia, los que trabajan por la paz, los que tienen limpio el corazón y los que son perseguidos por causa del bien. Si Jesús es "nuestro programa de vida", hemos de encontrar el itinerario que conduce hasta Dios. Itinerario  que pasa necesariamente por el "Camino al Calvario". 

Tener el Evangelio como norma de vida es estar dispuesto  a cargar con la cruz de Jesús, con nuestra propia cruz de cada día, negándonos a nosotros mismos y permanecer fieles en el amor (Cfr. Lc 9, 23). Es renunciar a nuestros caprichos humanos y transformar nuestras pasiones en una ofrenda agradable a Dios.

La pregunta ahora es: ¿estaré dispuesto a dejarlo todo por el Evangelio?

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Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Señor, seguirte quiero, y si contigo muero, dichoso moriré.

Una vida evangélica será más Jesús y menos "yo".  
En mis opciones estarán primero aquellos por los cuales vino Jesús.
En mis obras las que Jesús haría y en mi boca las palabras que Jesús diría.

Quiero ser otro Jesús en la Tierra.

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